Muy interesante el artículo, como siempre. Aunque aprovecho para trazar una línea entre ese nihilismo individualista que comentas, y el individualismo.
Con individualismo me refiero a esa tradición que parte de autores como Locke y Hume, que exponen magistralmente otros como Adam Smith, Tocqueville, Lord Acton, Burke, Adam Ferguson o Hayek. Esa capacidad de comprender al ser humano como lo que es, un ser imperfecto, irracional y falible, en contraposición con la perspectiva que nace en Descartes y prosiguen otros como Rousseau y otros autores franceses. Esa comprensión de las características innatas del ser humano como lo es por ejemplo la búsqueda del interés propio, y cómo formular instituciones que guíen este individualismo en la dirección favorable para el conjunto de la sociedad. Ese recordatorio que nos hacen respecto a que la sociedad está formada por individuos de toda clase y condición. Algo que acostumbrados a datos agregados, a tratar a las personas como grupos monolíticos, tendemos a olvidar.
Me parece una apreciación muy pertinente, porque es cierto que el individualismo de tradición anglosajona (pienso en Locke, especialmente) sitúa al ser humano ante su fragilidad, pero sin despojarle de sus posibilidades de desarrollo; de hecho, en algunos casos se aprecian tendencias en sentido contrario.
Quizá, frente a esto, se contrapone ese «individualismo nihilista» —o vicecersa— del que habla Houellebecq: un olvido de nuestras características más inestables o lábiles en favor de un egotismo que ahoga las debilidades y se exime de la cooperación.
Mientras que el primero, como bien dices, sería una idea coherente y pertinente, el segundo sería una degradación, incluso una malformación, que no trae nada bueno al hombre en tanto animal social.
Dijo una vez Margaret Thatcher: "no existe la sociedad; solo los individuos".
Y hasta hoy. Gran escrito, @autodesconocimiento. Sin llegar a lo de Houellebecq (con quien no comparto su descreímiento, algo histriónico), es verdad que nos aproximamos a un nihilismo individualista.
Tampoco yo comparto la aproximación de Houellebecq, que me parece histriónico y provocador como intelectual; pero, como suele decirse, «un burro tocó una flauta…»: esa idea del nihilismo individualista está muy presente y me parece perjudicial por los dos motivos que esgrimo en el artículo: primero, porque mina nuestra capacidad de aprendizaje; y segundo, porque socava la cohesión social e impide hacer frente a retos comunes.
Me alegro de que te haya gustado el texto, Ignacio. Un saludo.
Me ha encantado Emi. Está lleno de aliento y esperanza ¡Enhorabuena!
Bueno, eso pretendía, aunque no estaba seguro de conseguirlo. Gracias por comentarlo y por haberlo percibido.
Fantástico texto, de verdad. Qué delicia leerte y aprender.
Muchísimas gracias, Ani. Me alegro de que te haya gustado y que, además, te haya resultado interesante.
Nos leemos.
Qué precioso cierre, Emi. Con broche de oro. 🥰 Gracias.
Gracias a ti, Clara. Me alegro de que te haya gustado.
Muy interesante el artículo, como siempre. Aunque aprovecho para trazar una línea entre ese nihilismo individualista que comentas, y el individualismo.
Con individualismo me refiero a esa tradición que parte de autores como Locke y Hume, que exponen magistralmente otros como Adam Smith, Tocqueville, Lord Acton, Burke, Adam Ferguson o Hayek. Esa capacidad de comprender al ser humano como lo que es, un ser imperfecto, irracional y falible, en contraposición con la perspectiva que nace en Descartes y prosiguen otros como Rousseau y otros autores franceses. Esa comprensión de las características innatas del ser humano como lo es por ejemplo la búsqueda del interés propio, y cómo formular instituciones que guíen este individualismo en la dirección favorable para el conjunto de la sociedad. Ese recordatorio que nos hacen respecto a que la sociedad está formada por individuos de toda clase y condición. Algo que acostumbrados a datos agregados, a tratar a las personas como grupos monolíticos, tendemos a olvidar.
Me parece una apreciación muy pertinente, porque es cierto que el individualismo de tradición anglosajona (pienso en Locke, especialmente) sitúa al ser humano ante su fragilidad, pero sin despojarle de sus posibilidades de desarrollo; de hecho, en algunos casos se aprecian tendencias en sentido contrario.
Quizá, frente a esto, se contrapone ese «individualismo nihilista» —o vicecersa— del que habla Houellebecq: un olvido de nuestras características más inestables o lábiles en favor de un egotismo que ahoga las debilidades y se exime de la cooperación.
Mientras que el primero, como bien dices, sería una idea coherente y pertinente, el segundo sería una degradación, incluso una malformación, que no trae nada bueno al hombre en tanto animal social.
Dijo una vez Margaret Thatcher: "no existe la sociedad; solo los individuos".
Y hasta hoy. Gran escrito, @autodesconocimiento. Sin llegar a lo de Houellebecq (con quien no comparto su descreímiento, algo histriónico), es verdad que nos aproximamos a un nihilismo individualista.
Tampoco yo comparto la aproximación de Houellebecq, que me parece histriónico y provocador como intelectual; pero, como suele decirse, «un burro tocó una flauta…»: esa idea del nihilismo individualista está muy presente y me parece perjudicial por los dos motivos que esgrimo en el artículo: primero, porque mina nuestra capacidad de aprendizaje; y segundo, porque socava la cohesión social e impide hacer frente a retos comunes.
Me alegro de que te haya gustado el texto, Ignacio. Un saludo.