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Avatar de Javier Jurado

Señalar aquello en lo que estamos de acuerdo a veces es redundante así que hoy me atrevo a cuestionar tu máxima más contundente: quizá absolutamente no todo el mundo busque la felicidad, a no ser que vaciemos de contenido lo que significa, y entonces hagamos una tautología. Definir la felicidad como aquello que todo el mundo quiere. Pero eso anda lejos de precisarse. Ese es el gran reto de las éticas eudaimonistas: definir qué es la felicidad. Pero para profundizar ahí, hay que apoyar a Emi y leer su publicación de pago de este domingo ;) : ¿autorrealización? ¿ejercicio de la libertad? ¿Los otros? ¿Sentido?

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Avatar de Elisa Díaz

Me ha gustado el tema que has expuesto esta semana, Emi. Felicidad y moral. Y además cierras la reflexión con broche de oro: Aristóteles.

Pues si, claro que sí, deberíamos practicar más ciertos valores para poder empaparnos de ellos y que nos calmen la ansiedad de desear algo que no nos ayuda. Creo que ya lo he dicho alguna vez, pero no me cansaré de repetirlo, qué manía tenemos los humanos de ambicionar cosas materiales como si fuéramos a vivir aquí eternamente. En fin. A seguir trabajando ☺️

Gracias Emi.

Un abrazo

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Avatar de Ménez

Estoy muy en línea con lo que comentas sobre esa trayectoria constante para buscar la felicidad. Aunque estoy de acuerdo con esa crítica al consumismo, tengo internamente cierta incomodidad cuando se plantea. Es cierto que todos buscamos satisfacer nuestras necesidades, adquirir aquello que nos genera deseamos y anhelamos. No es menos cierto que Bentham nos caló fielmente: queremos maximizar el placer y minimizar el dolor, aunque si nos advirtió de los posibles problemas de confundir el placer inmediato con la felicidad. Puede que nos genere rechazo esta cultura de usar y tirar, pero cierto es que, si podemos, pocos hay que se priven de adquirir aquello que les reporta utilidad. Es un tema complejo sin duda. Enhorabuena por el texto.

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Avatar de Emi

Me alegra que apuntes en esa dirección porque, como le comentaba a Jaime, puede que el texto dé una idea equivocada acerca de la importancia de los bienes materiales como fuente de felicidad.

En general, creo que todos estaremos de acuerdo en que las cosas verdaderamente importantes, aquellas que nos brindan satisfacciones más duraderas, no suelen ser físicas: amores, relaciones, amistades, crianza, curiosidad, aprendizaje… Pero eso no obsta, ni mucho menos, para apreciar el valor —sentimental y placentero— de ciertos bienes que colman determinados deseos o necesidades.

Lo que ocurre es que, viviendo dentro de una sociedad de consumo en la que este último elemento ha cobrado una importancia desmedida, me parece que en muchas ocasiones ponemos nuestras esperanzas de satisfacción en objetos o posesiones que, al fin y a la postre, son meros divertimentos fugaces que se encadenan en una secuencia sin fin.

Mi intención era apuntar a la necesidad de valorar los primeros, pero sin desdeñar los segundos, porque un justo y sano equilibrio es lo deseable.

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Avatar de Clara Síem

..."con su estoicismo de merendero". 🤣🤣 Me encantan esos toques de ¿humor? áspero que adornan tus textos, a veces.

Ando pensando que, tal vez, el interés de los últimos años por el "estoicismo de merendero" hable de una tendencia más profunda hacia un renovado interés general por la filosofía.

Intuyo que hay una parte de la sociedad buscando otros referentes y valores distintos a los imperantes. Y eso es bueno, es buena señal. Otra cosa es que acabe por cuajar algo positivo desde ahí, claro.

Un gran texto, Emi. Bello y claro como el agua. Gracias!

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Avatar de Emi

Gracias, Clara. Con esa referencia irónica me refería a ese bro-stoicismo que abunda en redes, muy mal entendido y divulgado, que solo hace hincapié en la resignación y el alejamiento, cuando me parece que el estoicismo original era una doctrina positivista y nada desdeñosa del placer (por supuesto, con sus luces y sombras).

Es cierto que parece haber un revival filosófico, pero habida cuenta de que el mercado lo utiliza todo a su favor, también debemos ser prudentes en la recepeción de ciertas influencias.

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Avatar de Clara Síem

Como con todo… hay que ir siempre con el firewall puesto… 😬

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Avatar de Javier Jurado

Me he fijado en lo mismo. Muy acertado.

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Avatar de Jaime Blanco

Esta semana parece que nos hayamos puesto de acuerdo, Emi. 😉

Me ha gustado tu reflexión profunda sobre la búsqueda de la felicidad y su relación con la moral, el consumismo y la esencia humana. Me parece que aborda un dilema crucial de nuestra era: la contradicción entre el anhelo de sentido y el constante desliz hacia lo material.

Me resuena especialmente tu idea de que la felicidad no es una meta, sino un trayecto consciente, una decisión personal que exige indagación y esfuerzo. En eso hemos coincidido de lleno. Yo no lo veo de otra forma.

Es cierto que la mayoría busca la felicidad en lo tangible, en lo inmediato, en lo que se puede poseer y mostrar, mientras que los bienes inmateriales –la serenidad, la curiosidad, el amor, el conocimiento– suelen quedar relegados a un segundo plano. ¿Quizá porque requieren más tiempo, más paciencia, más renuncias? No sé. Quiero pensar que no pensamos. Muchas veces me dicen que no tienen tiempo para pensar...

Estamos equivocando el camino.

Gracias por tu reflexión, Emi. 🤗

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Avatar de Clara Síem

Yo me inclino a pensar que suelen quedar relegados –la serenidad, la curiosidad, el amor, el conocimiento–, aparte de por lo que tú dices, porque no se puede alardear de ellos con tanta facilidad.

Y el alardeo es una moneda de cambio importante en nuestra sociedad, basada en dinámicas de poder, explícitas e implícitas. Somos una manada de 8.000.000.000 monos, compitiendo entre nosotros por ascender en la jerarquía social... 🙄

En fin. 🤷

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Avatar de Jaime Blanco

De esas cualidades, Clara, quizá la que más vemos sea el amor, por aquello de que el ser humano tiende a emparejarse y a hablar de ello con relativa normalidad; las demás, concuerdo contigo en que es difícil darles lugar en una conversación seria y pausada porque, entonces, ya parece que andes «filosofando» acerca de las vicisitudes de la vida y te toman un poco por el pito del sereno. 😅

Lo de competir en la jerarquía social, entiendo a qué te refieres, pero de verdad que no lo entiendo en absoluto. Realmente no lleva a ningún lugar de provecho. Pero es lo que tenemos, desgraciadamente.

😉

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Avatar de Emi

Es difícil sustraerse a una dinámica en la que nos hemos criado, en la que crecemos y nos desarrollamos como personas, ciertamente. Pero a eso me refiero con el esfuerzo necesario de la felicidad: recordar de manera habitual que lo material no proporciona más que unos pocos instantes de satisfacción es casi un deber, porque al final solemos dejarnos vencer por la inercia de los focos y las redes y depositar nuestras alegrías en objetos, en bobadas, descuidando otras cosas que, desde mi punto de vista, son mucho más importantes.

¿Cuándo fue la última vez que tuvimos una conversación larga y pausada con alguien apreciado? ¿Cuándo disfrutamos de una experiencia tranquila —lectura, paseo, música— sin atisbar la pantalla del móvil una y otra vez? ¿Cuándo prestamos atención a lo que estamos haciendo, y solo a eso, sin buscar otros estímulos? ¿Cuándo le dimos carta blanca a nuestra curiosidad para aprender algo nuevo, algo inútil, algo bello?

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Avatar de Jaime Blanco

Reflexionando bien sobre todo esto, Emi, y considerando también el momento de la vida en el que me encuentro, quiero pensar que la obsesión por lo material, la inmediatez y esa búsqueda de la «felicidad rápida» son etapas inevitables por las que, tarde o temprano, todos atravesamos. O quizá sería más acertado decir que todos, en algún punto, nos veremos tentados por ellas. Me inclino a creer que este afán nace de la inmadurez, de la juventud y, sobre todo, del desconocimiento de la vida. Es solo con el tiempo, a medida que maduramos, aprendemos y tropezamos, cuando nos damos cuenta del error en nuestra concepción de la existencia.

El verdadero problema surge cuando envejecemos sin aprender, cuando persistimos en el mismo camino sin cuestionarnos nada, refugiándonos en lo fácil y en lo superfluo hasta el final de nuestros días. Esa posibilidad me aterra.

De todas las preguntas que me planteas, la primera es la más difícil para mí. No sabría responderla, para mi desgracia. Las demás las fui experimentando en el instante en que decidí romper con todo y empezar de nuevo, solo. Fue entonces, al mirar hacia mi interior y enfrentarme a lo que vi, cuando comprendí que debía cambiar radicalmente, cultivar mi intelecto y comenzar a «vivir la vida» con arreglo a unos valores que considero sanos y auténticos. Pero claro, quizá haya necesitado llegar hasta los 50 años para darme cuenta de que la vida se me estaba escapando sin pena ni gloria…

Muchas gracias, Emi, por estas reflexiones.

Un abrazo. 🤗

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Avatar de Emi

Lo cierto, Jaime, es que no creo que una cosa y otra sean excluyentes.

Es evidente que vivimos en un mundo material (por no decir consumista), así que es lógico que todos los condicionamientos que tenemos nos impulsen a apreciar los bienes materiales como algo deseable; y eso, en sí, no me parece «malo». Lo que ocurre es que si permitimos que esa materialidad se erija en juez de nuestras acciones, en el elementos decisor por antonomasia, en ese caso estaremos dejando de lado muchas cosas menos tangibles, pero igualmente —o más— valiosas.

No creo que se pueda encontrar la felicidad (y teniendo en cuenta que la propia búsqueda puede ser una entelequia en sí misma) solo en objetos o posesiones, pero tampoco creo que privarnos de ellas nos la brinde. Como en casi todo, me parece que lo que no debemos perder de vista es un equilibrio entre aquello que apreciamos, sea material o no, y aquello que es superfluo, pero que no sabemos etiquetar como tal.

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Avatar de Jaime Blanco

Ojo. Yo tampoco creo que sea algo malo cuando no se rebasan ciertos límites. Cuando hablo de lo material o del consumismo como algo que genera infelicidad me refiero a cuando es el centro de todo. Como decían los clásicos, en el justo medio está la virtud. En esto también.

El problema es que hoy en día, generalizando, hay una gran mayoría que piensa en que poseer todo aquello que quiere es lo que da la felicidad absoluta. Lo veo en mi entorno. Tener el último modelo de coche, el último iPhone, el televisor más caro y avanzado del mundo, cueste lo que cueste...

Quizá esto da para otra entrada...

Como bien dices, y en eso coincidimos, uno de los problemas base a mi modo de ver en nuestra sociedad es que no equilibramos bien nuestros deseos y no sabemos discernir lo realmente bueno, lo que nos hace felices, de lo intrínsecamente material y superfluo.

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Avatar de Emi

Parece que el «justo medio» siempre acaba siendo la solución a todos los problemas… pero en muchos casos, así es.

Séneca, a quien sé que también aprecias mucho, era un filósofo consecuente en ese aspecto. Para él, cosas como el dinero o el sexo era elementos amorales: no tenían por qué tener connotaciones negativas más allá del uso que se hiciese de ellos.

El problema actual es impregnar de «ideología» determinados objetos o posesiones para cargarlos de deseo, y así convertirlos en objetivos de vida.

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Avatar de Jaime Blanco

Completamente de acuerdo Emi. Además, me alegra que hagas esa apreciación sobre Séneca, ya que generalmente se le tacha de filósofo hipócrita, dado el status y las riquezas que tenía. Yo también creo que era consecuente, al menos en su obra. Nunca sabremos cómo era en la vida real (ya me gustaría).

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