Es un libro muy expresionista, con mucho humor negro y unos personajes delirantes. Te confieso que no suele ser mi estilo predilecto, pero la novela me encantó. Si la lees ya me dirás qué te parece.
Leer a Emi, p.ej., es un acto demostrativo del ser que busca el conocimiento (hoy mismo aprendí un vocablo nuevo 'hogaño'). Esa búsqueda del conocimiento bien podría ser un propósito de vida para muchos. Un suelo sólido, un pilar para sobrellevar una existencia que deja poco margen para uno mismo. Y en ese margen, cada cuál hace con su tiempo aquello que crea oportuno, beneficioso y productivo para él. En seres de luz (como creo la mayoría de substack-ers), el conocimiento y la sabiduría como herramientas de comprensión del mundo, sus reglas inherentes no escritas y escondidas a la luz pública y las modismos de nuestra sociedad son aquello que nos queda para sabernos defender, sobrevivir y sobrellevar esta existencia, a pesar de envidiosos (y los hay y mucho) que rechazan y refutan nuestro modus operandi.
Bueno, me gustaría pensar (hay días en los que lo hago y otros que no…) que no existen tantas diferencias entre las gentes que se consagran al conocimiento y aquellos que, de diversas maneras, transitan por la vida sin esa (pre)ocupación.
En todo caso, para mí es impensable hacerlo de otra manera, y en el texto me gustaría hacer llegar la idea de que, aunque en ocasiones esa diferencia de conocimiento parezca imponer una distancia, puede ser fruto simplemente de una visión sesgada de lo que significa aprender, estudiar, curisosear.
Lo que sí que me parece muy relevante, algo que hay que defender y reivindicar, es que el conocimiento nunca debería ser señalado como camino a evitar. Se puede elegir o no, pero jamás dudar de su pertinencia, su importancia y su labora en el desarrollo humano.
Completamente de acuerdo. Hogaño (guiño guiño) observo como el conocimiento asentado, argumentado, real y tangible, verdadero, NO tiene el poder y el reconocimiento que debiera, no es tenido en cuenta por una sociedad que mira hacia otro lado, se deja llevar por voces influyentes cuyos desinformados argumentarios no pasan ninguna revisión por pares. Y entonces me pregunto, ¿qué sentido tiene el basto conocimiento si no logra como fin último garantizar el bienestar humano que necesita de bases sólidas de know-how? ¿Qué papel adopta, está adoptando; qué estrategias podemos adoptar para encumbrarle a su bien merecido trono?
Unrat y Kien no solo son intelectuales distantes sino personajes que usan el conocimiento como escudo, un mecanismo de defensa contra la vulnerabilidad.
La pregunta que me surge es: si consideramos que es así (yo lo hago) ¿qué papel juega el conocimiento en sociedad? ¿No sería de esperar una cierta actividad social para perseverar en ese conocimiento?
Dependiendo el contenido, ciertamente, a veces pienso que “el saber” ha perdido su dimensión comunitaria, y lo hemos convertido en un producto de consumo individual (libros, cursos, talleres, estudios). Visto así, si concebimos el conocimiento como escudo, lo estamos convirtiendo inmediatamente en un instrumento de distanciamiento. A veces, creo, convertimos “la actividad social del conocimiento” (como pudiera ser el ejercicio que algunos hacemos aquí en Substack) en un mero acto de reconocimiento mutuo.
Qué buena pinta, Emi. Me apetece mucho leer esto de Mann.
Es un libro muy expresionista, con mucho humor negro y unos personajes delirantes. Te confieso que no suele ser mi estilo predilecto, pero la novela me encantó. Si la lees ya me dirás qué te parece.
Leer a Emi, p.ej., es un acto demostrativo del ser que busca el conocimiento (hoy mismo aprendí un vocablo nuevo 'hogaño'). Esa búsqueda del conocimiento bien podría ser un propósito de vida para muchos. Un suelo sólido, un pilar para sobrellevar una existencia que deja poco margen para uno mismo. Y en ese margen, cada cuál hace con su tiempo aquello que crea oportuno, beneficioso y productivo para él. En seres de luz (como creo la mayoría de substack-ers), el conocimiento y la sabiduría como herramientas de comprensión del mundo, sus reglas inherentes no escritas y escondidas a la luz pública y las modismos de nuestra sociedad son aquello que nos queda para sabernos defender, sobrevivir y sobrellevar esta existencia, a pesar de envidiosos (y los hay y mucho) que rechazan y refutan nuestro modus operandi.
Bueno, me gustaría pensar (hay días en los que lo hago y otros que no…) que no existen tantas diferencias entre las gentes que se consagran al conocimiento y aquellos que, de diversas maneras, transitan por la vida sin esa (pre)ocupación.
En todo caso, para mí es impensable hacerlo de otra manera, y en el texto me gustaría hacer llegar la idea de que, aunque en ocasiones esa diferencia de conocimiento parezca imponer una distancia, puede ser fruto simplemente de una visión sesgada de lo que significa aprender, estudiar, curisosear.
Lo que sí que me parece muy relevante, algo que hay que defender y reivindicar, es que el conocimiento nunca debería ser señalado como camino a evitar. Se puede elegir o no, pero jamás dudar de su pertinencia, su importancia y su labora en el desarrollo humano.
Completamente de acuerdo. Hogaño (guiño guiño) observo como el conocimiento asentado, argumentado, real y tangible, verdadero, NO tiene el poder y el reconocimiento que debiera, no es tenido en cuenta por una sociedad que mira hacia otro lado, se deja llevar por voces influyentes cuyos desinformados argumentarios no pasan ninguna revisión por pares. Y entonces me pregunto, ¿qué sentido tiene el basto conocimiento si no logra como fin último garantizar el bienestar humano que necesita de bases sólidas de know-how? ¿Qué papel adopta, está adoptando; qué estrategias podemos adoptar para encumbrarle a su bien merecido trono?
Unrat y Kien no solo son intelectuales distantes sino personajes que usan el conocimiento como escudo, un mecanismo de defensa contra la vulnerabilidad.
La pregunta que me surge es: si consideramos que es así (yo lo hago) ¿qué papel juega el conocimiento en sociedad? ¿No sería de esperar una cierta actividad social para perseverar en ese conocimiento?
Dependiendo el contenido, ciertamente, a veces pienso que “el saber” ha perdido su dimensión comunitaria, y lo hemos convertido en un producto de consumo individual (libros, cursos, talleres, estudios). Visto así, si concebimos el conocimiento como escudo, lo estamos convirtiendo inmediatamente en un instrumento de distanciamiento. A veces, creo, convertimos “la actividad social del conocimiento” (como pudiera ser el ejercicio que algunos hacemos aquí en Substack) en un mero acto de reconocimiento mutuo.