Discusión sobre este post

Avatar de User
Avatar de Chus Recio

Emi, coincido con cada línea, cada referencia, cada advertencia que planteas en tu reflexión: no estamos asistiendo a una ampliación del arte, sino a su disolución bajo la lógica de la imitación, la inmediatez y la complacencia. No se expande la creatividad cuando se borra el proceso, cuando se suprimen las decisiones que fundan una obra, cuando se confunde acceso con sentido.

Hoy, cuando todo parece estar al alcance sin esfuerzo, se repite con fervor la idea de que la inteligencia artificial democratiza el arte. Pero no siempre lo que se acerca nos revela su verdad; a veces, solo nos ahorra el viaje que daba sentido a la llegada. Bajo su superficie late una promesa: la de abrir las puertas de la creación a cualquiera que desee atravesarlas. Se nos dice que hoy, gracias a las máquinas, el arte ya no es coto exclusivo de quienes han estudiado, padecido, transitado los oficios, o poseen esa sensibilidad necesaria para la creación, que basta un clic, una orden bien formulada, una imagen como punto de partida, para dar forma a lo artístico. Y sí, en apariencia, hay algo profundamente bello en esta idea.

Un adolescente sin recursos puede hoy componer música sin haber aprendido solfeo, diseñar sin haber pisado una escuela de Bellas Artes, escribir sin conocer la retórica clásica. Las barreras técnicas —esas que durante siglos separaron al creador del espectador— comienzan a disolverse. Más voces emergen, más imágenes se multiplican, más sensibilidades se manifiestan. La IA, en este sentido, es un pincel nuevo que cualquiera puede empuñar.

Pero en ese gesto hay también una ambigüedad que conviene mirar con detenimiento. ¿Qué significa realmente democratizar el arte? ¿Acaso basta con permitir que más personas produzcan imágenes, textos o sonidos, para hablar de una democratización auténtica? ¿Dónde queda la vivencia profunda, el tránsito interior, la transformación que el arte —el verdadero, el que nace del asombro o del abismo— exige?

El riesgo, cuando se confunde accesibilidad con profundidad, es que lo artístico se convierta en producto. En output. En una serie de formas vacías de mundo. Porque la IA puede emular estilos, reproducir emociones, componer armonías… pero no puede fallar de forma significativa, ni tampoco sentir la herida que motiva un poema. Y a veces, es precisamente en ese fallo, en ese temblor humano, donde el arte florece.

La tecnología facilita, sí. Pero no transforma el sentido si no hay quien lo busque. Y lo artístico, al menos como lo entendemos quienes lo habitamos con el cuerpo entero, no es sólo hacer, sino estar en el mundo de un modo distinto. Crear no es producir: es arder.

Para afilar tu reflexión, pensemos en un campo radicalmente distinto: la neurocirugía. ¿Podríamos decir que la IA democratiza la neurocirugía del mismo modo que lo hace con el arte? ¿Sería aceptable entregar un cerebro humano a manos inexpertas con la sola ayuda de un software quirúrgico? Aquí, la comparación se vuelve absurda. La neurocirugía no admite errores. Requiere estudio riguroso, experiencia, precisión, una ética del cuidado que no puede improvisarse. Lo que está en juego es la vida misma.

Y sin embargo, la pregunta ilumina una trampa: revela cómo la idea de democratización, aplicada sin reflexión, trivializa saberes complejos bajo la promesa de accesibilidad. Lo que en el arte se celebra como libertad, en la medicina se denunciaría como irresponsabilidad.

La diferencia es clara: la neurocirugía trabaja sobre el cuerpo; el arte, sobre el símbolo. Pero quizá, al concederle a la IA el papel de artista, estamos renunciando a algo más que la técnica: estamos cediendo el sentido. Porque si el arte ya no exige experiencia, ni deseo, ni duda, ni heridas, ¿qué queda de él sino una imagen superficial, bella pero hueca?

Por eso, creo que la verdadera pregunta no es si la IA democratiza el arte, sino si la accesibilidad sin profundidad nos empobrece. Si queremos facilidad o queremos proceso. Si buscamos cantidad o buscamos sentido. Porque el arte no se entrega, se habita. Como la palabra que nos conmueve. Como la luz que se cuela entre los árboles. Como la herida que, al sangrar, nos recuerda que aún estamos vivos.

Expand full comment
Avatar de Miguel García Álvarez

Con la IA generativa, en parte, observo mucho lo que ha sucedido durante 25 años con el uso de buscadores potentes como Google. No basta con tener una herramienta potente, necesitas también alguien con una gran capacidad crítica por detrás que pueda extraer un valor real de esa tecnología.

En el proceso creativo, aunque alguien se quiera valer de una IA, si carece de un criterio que establezca unas pautas únicas, con una intención y un objetivo… entonces no quedan más que meras copias de lo mismo de siempre. Del mismo modo que quien no supo nunca buscar en Google nunca encontró donde están las fuentes que aportan información de valor y fiable.

Lo único que se ha democratizado es el acceso a herramientas que facilitan que lo mediocre campe a sus anchas. Pero yo creo que todas esas creaciones en ningún caso llegarán a ser influyentes como las de un verdadero artista.

Muy interesante la reflexión de hoy, Emi!

Expand full comment
7 more comments...

Sin posts