16 Comentarios
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Avatar de Beatriz Lizana

-¡Ay! -dijo uno.

-Pues a llorar a la llorería -dijo el otro.

P.D. No tiene desperdicio ni el post, ni la sección de comentarios.

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Avatar de Javier Jurado

Buena reflexión. Me has recordado lo que solía repetir una tía abuela mía con cierta sorna: “Cuando te pregunten cómo te encuentras tú di siempre que bien: Si son amigos, se alegrarán; Y si son enemigos, que se j…”. De acuerdo con vuestras reflexiones, un toque de humor siempre endulza una queja.

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Avatar de Cristóbal

Emi, te acabo de descubrir y me ha encantado tu reflexión. Además, me viene muy al hilo de ciertos sucesos que me están ocurriendo en el terreno laboral. El problema que le veo a la argumentación de Gracián (imagino que la distancia temporal tiene cierto efecto), es que a veces se confunde la queja (o la ausencia de ella) con la conformidad. Exiten ámbitos en donde no nos quejamos por miedo, ante actuaciones que están intrínsecamente mal. Y precisamente en esos ámbitos no se ve bien la queja porque cuestiona el statu quo, lo que no interesa a los que se benefician de ello.

Otra cosa totalmente distinta es que tu queja no sea racional y serena, que no esté fundamentada tras un análisis previo. Cuando una queja se viste de emocioalidad descontrolada, aún siendo cierto el origen de la misma, es mucho más complicado que llegue a buen puerto.

Muchas gracias por hacernos pensar. Desde hoy tienes un seguidor más.

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Avatar de Miguel García Álvarez

Quejarse es otra de esas palabras con varios significados en uno que muchas veces llevan a confusión. Por un lado está la queja que surge de la pena o el dolor (para los que los ingleses utilizarían "moan") y por otro está la queja que surge de la disconformidad (para lo que los ingleses utilizarían "complain").

Yo suelo a defender a capa y espada que quejarse ("moan") está bien, pero que es muy importante el momento, la compañía y, en general, el contexto de la queja. Simplificando: queda feo quejarse de que solo te han subido un 10% de sueldo a tu amigo desempleado. Y, en la medida de lo posible, no abusar.

Por otro lado, la queja ("complain") bien utilizada puede tener un gran valor de interacción social. En el entorno laboral he encontrado que una queja con tintes humorísticos / sarcásticos, puede ser una magnífica forma de romper el hielo y hacer una reunión más distendida. En otras ocasiones, he utilizado la queja como mecanismo para crear un vínculo que ayuda a otras personas a hablar de forma más abierta sobre preocupaciones que en otras ocasiones por aparentar ser aguafiestas.

Yo soy mucho de "complain" y poco de "moan". Por eso suelo resultar gruñón, pero queda claro más o menos rápido que doy a las cosas la importancia que tienen y no suelo preocuparme en exceso por nada.

Muy interesante, como siempre!

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Avatar de Cuca Casado

Muy en sintonía contigo, Miguel.

Hay que saber cómo quejarse y a quién quejarse.

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Avatar de Emi

Muy buen apunte, Miguel. En realidad, «lamento» y «queja» también presentan cierta diversidad en castellano, en tanto la primera hace referencia a un estado más emocional —una reacción ante un hecho—, mientras que la segunda se refiere a la acción de no reconocer un hecho acontecido, mostrándonos, como tú señalas, disconformes con ello.

Más allá de los matices lingüísticos (apasionantes, por otra parte), estoy muy de acuerdo con tu aproximación. Quejarse debería ser siempre —en un mundo ideal, claro— una herramienta para confrontar aquello que está mal, tanto en lo social como en lo individual; confundir el lamento (muy lícito en situaciones que nos exponen al desamparo sentimental) con la queja es lo que nos sitúa en una posición, como indica Gracián, de descrédito.

Me alegro de que te haya gustado el texto, Miguel. Siempre es un placer leer tus comentarios al respecto, aportando nuevas visiones.

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Avatar de Miguel García Álvarez

Ni había sido capaz de pensar en lamento como una opción. Supongo que yo la percibo demasiado grandilocuente y no la uso de forma habitual. Qué curioso esto de la lengua siempre :).

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Avatar de Emi

Curioso… y magnífico. Seguro que nos dará mucho que seguir hablando en el futuro.

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Avatar de Marta y Andreu

A nosotros nos inspira mucho la perspectiva de la Medicina Tradicional China sobre la rabia. La queja muchas veces parte de la rabia hacia una situación que es injusta, y la MTC dice que la rabia y la creatividad son la misma energía, solo que la rabia es esa energía en desequilibrio. El deseo de cambiar algo es lo que nos moviliza a destruir lo viejo y a crear algo nuevo. Quizá la queja sea la manifestación más inconsciente e impulsiva de esa rabia por algo que no es justo o que no es como nos gustaría (y en este caso hay que analizar si eso que nos gustaría es realmente bueno o fruto de nuestro egoísmo o ignorancia).

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Avatar de Emi

Muy buen apunte (en la línea de otros comentarios que están llegando): también considero la queja como una señal, una forma de darnos cuenta de que hay algo que no está bien, algo injusto, algo erróneo. La cuestión fundamental sería utilizar esa señal como palanca de cambio para empujarnos a actuar, como señaláis.

Gracias por añadir este elemento de debate a la cuestión, que es bien compleja. Un saludo.

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Avatar de Ana Ruth

Nil difficile volenti...o casi. Hay un querer y un hacer. Sin lo primero no hay conciencia, sin la voluntad no hay acción. En ocasiones la queja es contemplada y validada por nosotros mismos, tus ejemplos son muy claros. No concibo la ausencia total de la queja en un ser humano y errante por naturaleza, pero sí el trabajo en uno mismo para avanzar y superarse.

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Avatar de Emi

Exacto, Ana Ruth: me parece que la clave del lamento (y es lo que intentaba explorar un poco con esta newsletter) es no dejarse llevar, no convertirlo en el centro de la mirada, sino utilizarlo como una lupa que nos permita explorar nuestras preocupaciones y enfrentarnos a ellas de una forma coherente y lúcida.

Gracias por tu mirada sobre ello.

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Avatar de Jaime Blanco

Desde que practico el estoicismo, mi vida es más tranquila, sosegada y serena. Gran sabio Séneca.

Su recomendación de no dejarse llevar por las emociones para poder juzgar las cosas de forma adecuada es muy buena recomendación, lo complicado es llevarlo a cabo. Cuando uno se queja es porque algo te ha tocado la fibra y despierta en ti una emoción irrefrenable que hace que saltes con todo y pronuncies tu queja. Lo cierto también es que luego te arrepientes de lo dicho más de la mitad de las veces, una vez que has "reposado" la incidencia.

A mi me ha costado mucho llevarlo a cabo, pero he aprendido a contar hasta 10 cuando algo me remueve la conciencia. Procuro no quejarme sobre cosas del pasado ni del futuro. Si me tengo que quejar de algo lo hago en el presente, pero como digo, siempre cuento hasta 10. Medito muy mucho qué es lo que voy a decir y por qué. Intento también que mi queja sea positiva y no destructiva. Y cuando lo aprendes y lo sientes es cuando te das cuenta de que has estado quejándote de cosas durante tu vida que no tenían ninguna razón de ser.

Dicho la anterior, yo no estoy muy de acuerdo con Baltasar Gracián. No creo que la queja siempre traiga descrédito. La queja es muy necesaria. Si existen los agravios, los sin sentidos y las injusticias, han de existir las quejas. Lo que sí deberíamos hacer es "aprender a construir" con la queja. Hacer un arte de ella. Utilizar la queja para cambiar las cosas a mejor y no quejarse por quejarse, hacerlo de forma negativa, poco constructiva o por resentimiento. De esta forma la queja no desacredita, la queja engrandece.

Martin Luther King decía: "La queja es la herramienta de los reformadores. El hombre que no se queja, no ve la necesidad de la reforma. La queja puede ser dolorosa, pero también es el comienzo del cambio."

Me ha gustado mucho tu reflexión de hoy Emi.

Siempre es un placer leerte.

Gracias por estar. ❤️

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Avatar de Emi

Gracias a ti, Jaime, por ser tan «madrugador» con tu comentario.

Creo que Gracián se refiere más bien al «quejica», a la persona que utiliza el descontento como forma de estar en el mundo. Al igual que tú, y así lo he intentado plasmar en el texto, considero que la protesta tiene un papel importante a la hora de forjar nuestros juicios y nuestra relación con el entorno: sin queja —aunque sea interna, íntima— no hay cambio, algo imprescindible para evolucionar como individuo y como sociedad.

Por eso pienso que la máxima de Gracián es ilustrativa, en tanto señala el descrédito hacia aquel que la usa sin mesura, de manera irracional o pasional, mientras que el jesuita, en otros puntos de su obra, aplaude la personalidad morigerada de aquellos que reflexionan sobre su entorno y actúan en consecuencia.

Gracias por aportar esta mirada y dar pie al debate, que siempre es necesario. Un abrazo, Jaime.

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Avatar de Jaime Blanco

Gracias por la aclaración Emi.

No he leído nada de Gracián, la verdad. Mi padre siempre ha tenido El Criticón en su biblioteca junto al Quijote y obras de Lope de Vega y Quevedo y alguna vez me dijo que debía leerlo.

Gracias a tu comentario, me ha picado la curiosidad, y lo pongo en la recámara para leerlo.

¿Alguna otra obra de Gracián que puedas recomendarme?

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Avatar de Emi

Reconozco que solo he leído «Arte de prudencia» gracias a la recomendación que en su día hizo Máximo Gavete (no recuerdo si en «Honos» o quizá en redes), así que él es el más indicado para aconsejarte sobre el mejor acercamiento a Gracián.

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