Hola Emi, me ha encantado tu artículo y me ha hecho reflexionar.
Para mí la diferencia está entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Lo “cuantitativo” en torno al tiempo, es lo que, a mí personalmente, no me permite dar un respiro. El que existan horarios, que el tiempo se cuente, creo que es lo que no permite estar en el flujo continuo del que hablas; en cambio, lo cualitativo se puede clasificar y dar el tiempo preciso que tú necesites a cada momento, dependiendo de sus cualidades. Decidir a qué instante dar más o menos tiempo. Siento que el flujo continúo siempre tiene picos, es casi imposible su templanza, pero me parece muy interesante tu opinión y todo lo que aportas. ¡Un abrazo, te leo!
Es muy interesante tu aproximación. Ciertamente, se podría dividir el tiempo entre su faceta cuantitativa, más cercana a la división formal que hacemos para organizar las actividades cotidianas, y la cualitativa, que se conectaría con la percepción emocional que tenemos de esas actividades. Como bien dices, esta última es la que en el fondo resulta más importante.
Muchas gracias por el apunte, Isabel: le tendré en cuenta. Un saludo.
Me alegro mucho de leer eso. Me encantan esas cartas que compartes con Sergio (incluso aunque en algunos puntos discrepe o tenga una visión diferente a la vuestra), porque os «desnudan» y ambos ofrecéis una mirada muy lúcida sobre esas pequeñas cosas que os pasan por la cabeza y que, al fin y a la postre, no son sino la vida misma.
Me encanta que hayas tocado el tema de la “oportunidad”. Estoy de acuerdo contigo en que yo también prefiero acariciar esos momentos cotidianos, esos momentos en calma, en vez de lanzarme cual loquita detrás de aquello que reluce.
No obstante, también soy partidaria de afinar la escucha de nuestra intuición para discernir cuando sí merece la pena ir detrás de aquello que se nos acaba de presentar (aunque suponga un esfuerzo). Yo aún ando practicando esa escucha, ese discernimiento. Por lo general, si esa oportunidad genera en mi una sensación de “urgencia” y extremismo de “es ahora o nunca” la dejo pasar.
Genial, Julia. Me parece una aproximación muy inteligente. En realidad, tampoco pretendía proscribir la persecución de objetivos, sino relativizarla en estos tiempos en que todo nos urge a hacer, crear, materializar, etc. Por eso está muy bien el tener claro qué quieres y cómo hacer para conseguirlo.
Muchas gracias por comentarlo y por leerlo tan atentamente. Un saludo y muy felices fiestas.
Yo tenía otro entendimiento de los conceptos griegos. Para mi, Cronos era el tiempo cuantitativo, Kairos el cualitativo, y que este último se experimenta cuando estamos completamente en el momento.
Bueno, así es como lo había estudiado en su día y algunas lecturas recientes me lo confirmaron; espero estar en lo cierto. No obstante, creo que la clave no es tanto cómo denominamos a uno u otro tiempo, sino entender sus diferencias cualitativas y proceder en consecuencia.
Muchas gracias por pasarte a comentar y compartir, Daniel. Un abrazo y felices fiestas.
Que no nos engañen, la vida ocurre en un café al sol, que exactamente ahí está pasando, no esperes más, es ahora, mañana puede acabarse. Me ha encantado tu concepto de acariciar el tiempo, Emi. Lo voy a tener muy presente ¡Feliz viernes!
Hola Emi, me ha encantado tu artículo y me ha hecho reflexionar.
Para mí la diferencia está entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Lo “cuantitativo” en torno al tiempo, es lo que, a mí personalmente, no me permite dar un respiro. El que existan horarios, que el tiempo se cuente, creo que es lo que no permite estar en el flujo continuo del que hablas; en cambio, lo cualitativo se puede clasificar y dar el tiempo preciso que tú necesites a cada momento, dependiendo de sus cualidades. Decidir a qué instante dar más o menos tiempo. Siento que el flujo continúo siempre tiene picos, es casi imposible su templanza, pero me parece muy interesante tu opinión y todo lo que aportas. ¡Un abrazo, te leo!
Es muy interesante tu aproximación. Ciertamente, se podría dividir el tiempo entre su faceta cuantitativa, más cercana a la división formal que hacemos para organizar las actividades cotidianas, y la cualitativa, que se conectaría con la percepción emocional que tenemos de esas actividades. Como bien dices, esta última es la que en el fondo resulta más importante.
Muchas gracias por el apunte, Isabel: le tendré en cuenta. Un saludo.
El tiempo, eso que nos atraviese y nos da forma. Vuela y camina pausadamente al mismo tiempo.
Gran reflexión, Emi, gracias.
A ti por pasarte a comentar. Me alegro de que te haya gustado.
Me ha encantado y me has hecho pensar en la correspondencia que mantengo con Sergio. Es más, la has enriquecido. Gracias.
Me alegro mucho de leer eso. Me encantan esas cartas que compartes con Sergio (incluso aunque en algunos puntos discrepe o tenga una visión diferente a la vuestra), porque os «desnudan» y ambos ofrecéis una mirada muy lúcida sobre esas pequeñas cosas que os pasan por la cabeza y que, al fin y a la postre, no son sino la vida misma.
Emi, otro gran artículo. Gracias, como siempre.
Me encanta que hayas tocado el tema de la “oportunidad”. Estoy de acuerdo contigo en que yo también prefiero acariciar esos momentos cotidianos, esos momentos en calma, en vez de lanzarme cual loquita detrás de aquello que reluce.
No obstante, también soy partidaria de afinar la escucha de nuestra intuición para discernir cuando sí merece la pena ir detrás de aquello que se nos acaba de presentar (aunque suponga un esfuerzo). Yo aún ando practicando esa escucha, ese discernimiento. Por lo general, si esa oportunidad genera en mi una sensación de “urgencia” y extremismo de “es ahora o nunca” la dejo pasar.
Gracias por compartir y felices días☺️
Genial, Julia. Me parece una aproximación muy inteligente. En realidad, tampoco pretendía proscribir la persecución de objetivos, sino relativizarla en estos tiempos en que todo nos urge a hacer, crear, materializar, etc. Por eso está muy bien el tener claro qué quieres y cómo hacer para conseguirlo.
Muchas gracias por comentarlo y por leerlo tan atentamente. Un saludo y muy felices fiestas.
Muy buen artículo, Emi, como siempre.
Yo tenía otro entendimiento de los conceptos griegos. Para mi, Cronos era el tiempo cuantitativo, Kairos el cualitativo, y que este último se experimenta cuando estamos completamente en el momento.
Qué interesante leer tu otra perspectiva.
Bueno, así es como lo había estudiado en su día y algunas lecturas recientes me lo confirmaron; espero estar en lo cierto. No obstante, creo que la clave no es tanto cómo denominamos a uno u otro tiempo, sino entender sus diferencias cualitativas y proceder en consecuencia.
Muchas gracias por pasarte a comentar y compartir, Daniel. Un abrazo y felices fiestas.
Toda la razón, Emi. Feliz cierre de año para ti también.
Que no nos engañen, la vida ocurre en un café al sol, que exactamente ahí está pasando, no esperes más, es ahora, mañana puede acabarse. Me ha encantado tu concepto de acariciar el tiempo, Emi. Lo voy a tener muy presente ¡Feliz viernes!
Me alegro de que te haya gustado. Yo intento poner en práctica ese concepto todo lo que puedo, desde luego.
Que pases unas felices fiestas, Claudia.