Los individuos, absortos como lo están en su yo íntimo, son cada vez menos capaces de desempeñar roles sociales: nos hemos convertido en «actores privados de arte»
La frontera entre lo inefable y lo infalible. Lo inefable del yo interior frente a lo infalible de "lo que es" en el entorno de lo Real. Pero nos queda la palabra para dar cuenta textual (tejida) del salto entre uno y otro, a modo de costura que enlaza las dos riveras.
Me gusta el texto, Emi, pero no termino de entender porqué nos empeñamos en la idea de perfección, que ya la misma etimología (según el Decel del latín per-facere) invita a aplicar simplemente a "lo ya hecho".
Si lo perfecto es aquello «terminado», «completo», «acabado», es en cierto modo normal aspirar a ello en diversos ámbitos de la vida. Me temo que sea un impulso irrefrenable en nosotros, que al fin y al cabo somos seres para el futuro, seres que tienen el castigo de cuestionarse constantemente el porqué de las cosas.
Si, pero tomando conciencia (a no ser que aceptemos engañarnos) de que no existe en absoluto. Tiende al infinito, pero el infinito, lo dice la palabra, es lo no-finito; no es. Como la u-topía es no-topía, no lugar. Es en la medida en que no-es. Sólo un constructo, un punto de referencia, una construcción mental que diría Patañjali.
Ciertamente que sí. Últimamente me ha dado por preguntarme si la conciencia (y el verbo todo) son en realidad un avance evolutivo o una pesada tara que se nos ha reposado en las espaldas. ¿Y si el secreto de la felicidad y la buena (por justa y equilibrada) vida, estuviese en la inconsciencia (con muchos interrogantes) de la vida animal y vegetal?
La frontera entre lo inefable y lo infalible. Lo inefable del yo interior frente a lo infalible de "lo que es" en el entorno de lo Real. Pero nos queda la palabra para dar cuenta textual (tejida) del salto entre uno y otro, a modo de costura que enlaza las dos riveras.
Me gusta el texto, Emi, pero no termino de entender porqué nos empeñamos en la idea de perfección, que ya la misma etimología (según el Decel del latín per-facere) invita a aplicar simplemente a "lo ya hecho".
Si lo perfecto es aquello «terminado», «completo», «acabado», es en cierto modo normal aspirar a ello en diversos ámbitos de la vida. Me temo que sea un impulso irrefrenable en nosotros, que al fin y al cabo somos seres para el futuro, seres que tienen el castigo de cuestionarse constantemente el porqué de las cosas.
Si, pero tomando conciencia (a no ser que aceptemos engañarnos) de que no existe en absoluto. Tiende al infinito, pero el infinito, lo dice la palabra, es lo no-finito; no es. Como la u-topía es no-topía, no lugar. Es en la medida en que no-es. Sólo un constructo, un punto de referencia, una construcción mental que diría Patañjali.
En efecto. Aunque ese «tomar conciencia» es, tal vez, el paso más difícil.
Ciertamente que sí. Últimamente me ha dado por preguntarme si la conciencia (y el verbo todo) son en realidad un avance evolutivo o una pesada tara que se nos ha reposado en las espaldas. ¿Y si el secreto de la felicidad y la buena (por justa y equilibrada) vida, estuviese en la inconsciencia (con muchos interrogantes) de la vida animal y vegetal?