La maldad como fetiche. ¿Nos seduce la inmoralidad?
Los personajes malignos o deshonestos suelen desprender un aura de fascinación que nos cautiva y atrae, a pesar de las connotaciones negativas
La diferencia entre una postura moral defendible y un sentimiento visceral atávico es que con la primera podemos dar razones de por qué es válida nuestra convicción. Podemos explicar por qué la tortu…
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