Y en ese momento a Pereira le vino a la cabeza una frase que le decía siempre su tío, que era un escritor fracasado, y la repitió. Dijo: la filosofía parece ocuparse solo de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y la literatura parece ocuparse solo de fantasías, pero quizá diga la verdad.
Sostiene Pereira, Antonio Tabucchi
Año nuevo, vida nueva. Propósitos, deseos, planes. Trescientos sesenta y cinco días para lograr lo anhelado. Doce meses en los que ganar lo ya perdido. Un año para ser aquello que no somos, que tal vez deseamos ser, que no sabemos si existe, que intuimos, que soñamos, que perseguimos. Un ciclo que se abre al infinito y que clausura la derrota.
¿Qué significa un nuevo año? Supongo que todo lo anterior y mucho más; o, tal vez, si eres de espíritu intimista o has sufrido los vaivenes del vivir, no sea más que un periodo de gracia concedido por un dedo divino marcado por las cicatrices de la existencia. Comoquiera que sea, cada tiempo que se despliega ante nosotros constituye un universo de posibilidades que habremos de gestionar con la impericia propia de los seres frágiles que somos. La esperanza es irredenta: niega el fracaso o el hastío, promete la arribada y la gloria; y siempre se encuentra detenida en el cruce entre el año que se marcha y el que llega, esperándonos ansiosa como una amante desesperada que atisba la calle anhelando la aparición de su amor.
En este cruce de caminos unidireccional (pues todos nos dirigimos al mismo destino) nos topamos con la asunción de realidades que nos superan y de fantasías que nos ilusionan: a veces —últimamente pareciera que demasiadas— los hechos cotidianos tienden a parecerse a imaginaciones, mientras que las invenciones fruto de la imaginación devienen noticias con las que habremos de lidiar. Fantasía y verdad se confunden, como han hecho siempre, y nos dificultan la tarea (la asumamos o no) de interpretar la realidad o, cuando menos, de interpretarnos a nosotros para afrontar esta última. Sostiene Pereira que la filosofía y la literatura son dos caras de una misma moneda, enunciándolo de modo ingenioso, pero certero. Para aquellos a los que la filosofía les es más cara la afirmación resultará una afrenta; para los amantes de la ficción quizá solo sea desconcertante. Pero, si dejamos de lado nuestras adhesiones y querencias, encontraremos mucha verdad en esas líneas.
Esta newsletter nació sin objetivos definidos, a pesar de las enseñanzas de los expertos que recomiendan centrarse en un nicho, trabajar una audiencia, identificar los temas de interés, escribir sobre lo que resuena con tus seguidores, etc.; solo hace unos meses, poco más de un año, cobró cierta periodicidad y constancia. Como ya sabes si me lees desde hace tiempo, si hay un nexo entre los artículos o una materia recurrente es la literatura: los textos suelen apoyarse en ella para desarrollar una idea, opinión o visión (obviamente, bastante personal). Hasta ahora, esa ancla en lo literario ha sido el único faro que ha guiado estos artículos, ya sea los generales o los exclusivos para suscriptores, pero después de leer hace unos días el párrafo que he utilizado como exordio me di cuenta de que esta deriva no me satisfacía plenamente, así que, aprovechando el cambio de año —ese momento en el que, como decía Lampedusa, todo cambia para que todo permanezca igual—, he decidido marcar un rumbo ligeramente distinto a Auto(des)conocimiento.
Tabucchi, creo yo, enunció una tremenda evidencia con esas palabras. La filosofía es necesaria en tanto nos brinda la oportunidad de examinar la vida con atención, si bien lo hace mediante esa construcción artificial que es el lenguaje, idioma de la fantasía; solo la literatura, que empero usa la imaginación como base, puede proporcionar un atisbo de verdad a los que se acercan a ella. Quizá en el fondo ambas disciplinas sean solo un haz y un envés: es la palabra, el lenguaje, la ficción, los que nos regalan esa oportunidad de entendimiento que Kant podría llamar «razón» y que Joyce tildara de «epifanía». La literatura, en toda su extensión, es la puerta de la vida.
Así pues, a partir de ahora habrá un pequeño cambio en la estructura de la newsletter. Por supuesto, los textos en abierto de los viernes seguirán publicándose, y se apoyarán más aún, si cabe, en los libros como espoleta para desarrollar una reflexión sobre lo que nos rodea. Por otro lado, los artículos exclusivos para suscriptores van a enfocarse en analizar las ideas y conceptos más interesantes de distintas obras, clásicas y modernas, que espoleen la curiosidad y permitan interpretar —en la medida de lo posible— la realidad gracias a la sabiduría de las palabras. Si quieres saber en detalle cómo se estructurará Auto(des)conocimiento, puedes hacerlo pinchando aquí.
Soy consciente de que, tal vez, no a todos les satisfaga este cambio de rumbo, aunque estoy convencido de que si eres suscriptor de esta newsletter eres tan amante de los libros como yo mismo, así que confío en satisfacer tus expectativas. Mi intención con estas modificaciones es, por un lado, mantenerme fiel a mis pasiones, y por otro, brindarte la oportunidad de aprender juntos del conocimiento que los grandes genios de la palabra nos han legado. Espero, por tanto, que me acompañes, que me sigas acompañando, en este viaje sin fin que tantas alegrías y dudas nos depara.
Feliz año.
Emi
Aquí estaremos, feliz año Emi! 💙
Seguiré sin duda acompañándote en este viaje. Me parece muy interesante lo que propones. 😊