La peste, de Albert Camus - Entre líneas #3
El exilio interior y la fragilidad de la condición humana
A menudo relacionamos a Albert Camus con el absurdo, con esa corriente existencialista que especulaba con la libertad individual en un mundo que carecía de objeto; y, si bien se puede contextualizar al francés en esa tradición, no menos cierto es que sus obras retratan a unos seres que se enfrentan a su condición frágil con una dignidad que sobrepuja cualquier obstáculo. La peste es una obra que refleja bien esa idea, pero que, además, ofrece un sinfín de elementos que trascienden lo meramente narrativo para interpelarnos a medida que leemos. Pese a ser una novela, un texto de ficción, su profundidad la conecta con los trabajos más filosóficos de su autor (algo que, por otro lado, quizá no podía ser de otra manera); pero es, precisamente, su carácter imaginativo, su desarrollo ficcional, lo que hace que La peste apele con más fuerza si cabe a esa parte de nosotros que se enfrenta al devenir de los acontecimientos desde la oscuridad del no saber, desde la duda inherente al espíritu humano, desde la inconsciencia ante lo caótico de una naturaleza tan bella como hostil. Como bien sabes, soy ferviente defensor de la teoría de que la literatura nos acerca al auto(des)conocimiento con una mayor carga de empatía que cualesquiera obras de pensamiento existentes, aun cuando estas aporten muchas nociones sobre las que merece la pena reflexionar; y en esta novela se dan muchas de las características que me han llevado, a lo largo de los años, a creer con devoción en esa idea.
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